Es un producto todavía desconocido en algunos ámbitos, que solo necesita tiempo para seguir conquistando paladares
El triunfo del Chosco en la hostelería y en los hogares es, además de por su sabor único e irrepetible por, una vez más, su versatilidad. Tener un chosco en casa garantiza salvar una de las comidas del día.
Tener uno de estos embutidos en casa es muy socorrido. Es un producto ya elaborado, muy conveniente para la vida actual, en la que el tiempo de mucha gente es limitado y a veces es difícil encontrar un hueco para cocinar. O pueden llegar invitados inesperados que obligan a improvisar, y el chosco es siempre una buena opción.
En unos pocos minutos se puede preparar en caliente, con aceite de oliva, pimentón y patatas; cortarlo para comerlo en frío como tantos embutidos o añadirlo para dar sabor, autenticidad y consistencia a una ensalada.
Y es, asimismo, ideal para los días de playa o de montaña en los que apetece llevarse algo consistente que no lleve demasiado tiempo o esfuerzo preparar.
La contraetiqueta que señala el origen del chosco certifica también una calidad contrastada. Porque todos los que cuentan con este marchamo han pasado necesariamente un proceso que garantiza que se han dado sin excepción todos los pasos que se requieren para conseguir un producto natural y artesano al cien por cien, y que se sigue haciendo como toda la vida.
El ciego de cerdo es una parte irregular de la tripa que impide que se pueda automatizar la elaboración del chosco. Por tanto, los elaboradores tienen que seguir haciéndolo a mano. Y, al menos aquel que está certificado por la IGP, no puede llevar nada que no sea carne, sal, pimentón y ajo.
De ahí que no haya dos choscos iguales. Ni en peso ni en forma pueden serlo, porque cada uno se tiene que adaptar a las peculiaridades de la tripa. El peso oscila entre los 500 gramos y los dos kilos.
Es, en suma, un alimento irrepetible, y cada uno de los siete productores que lo elaboran en la actualidad tiene su forma peculiar de elaborarlo. Así, el sabor más fuerte o más suave está marcado por la distribución de los ingredientes, los días de ahumado o la madera utilizada. Mayormente se utiliza la de roble, pero también se pueden usar otros árboles autóctonos como el haya o el castaño. Lo habitual es que el proceso de ahumado dure en torno a 15 días, y que sea más intenso al principio para que el producto pierda pronto la humedad.
Este verano ha sido especialmente favorable al consumo del chosco, especialmente el mes de agosto. “Está siendo uno de los de mejor venta de los últimos años”, aseguro el presidente del consejo regulador a un medio de comunicación hace algunos meses.
Razones no faltan para ello. Porque el producto no deja a nadie indiferente. Por norma general, quien lo prueba queda encandilado con un sabor que no se encontrará en ninguna otra parte del mundo. La gente que viene a Asturias a pasar sus vacaciones y que no lo había probado hasta ahora se va siempre seducida por el chosco.
Es un producto todavía desconocido en algunos ámbitos, que solo necesita tiempo para seguir conquistando paladares. Porque no hay lugar en el que se de a probar —ya sea feria gastronómica, restaurante u hogar—que no entusiasme a los comensales.